viernes, 14 de octubre de 2011

El silencio...

Te extraño y nunca te tuve, te sueño mía y no fue así, estuvimos tan cerca pero jamás te besé y me arrepiento mil veces de lo que no hice, de no decirte me vuelves loco, de no tomarte por la cintura y jamás dejarte ir, de no arrancarte la ropa mientras gemía tu nombre, me arrepiento de no ceder a mis deseos, de no haber cedido a mi corazón, de no haber cedido a aquello que tantas veces te grité con los ojos y callé con mi boca.
Anhelo tus caricias que tantas veces imaginé recorriendo mi rostro, mi espalda, el roce de tus labios que se me antojaban tan tibios tan puros que me resultaba inimaginable que hubieran besado a alguien más que no fuera yo... aunque eso jamás pasó...
De nuevo, una y mil veces te extraño y es que ¿Cómo se olvida algo que nunca pasó en la realidad, pero fue realidad en tu mente y por lo tanto en tu propia realidad? ¿Cómo te olvido si nunca te tuve, cómo te supero, si no pudimos ser dos, si todo fue una ilusión de mi cabeza, si todo el amor se quedó estancado dentro de mi y nunca fue de los dos? Por eso sufro más que los amorosos que aunque callan, se aman, pues si el amor se encierra en uno mismo y sobre todo se calla, se anida tanto frío que la soledad es apenas tolerable.
Quizá por eso sea que hoy que tiene tanto que no te veo en el mundo real, me sienta tan solo somo si la vida misma se me hubiera ido contigo, aunque jamás estuviste conmigo...