lunes, 22 de agosto de 2011

Mi musa

Entre las ramas de los árboles se asoman los primero rayos de sol del sábado, olvidé cerrar las cortinas, después de sentir los destellos en los ojos y parpadear para despertar, quise levantarme, pero mi brazo estaba aprisionado bajo algo que lo había adormecido, mi cama permanentemente vacía, mi espacio más íntimo, donde se gestan los sueños que mantienen llena mi solitaria existencia fue invadido por una especie de ente que me había embrujado desde que la vi entrar y sentarse en una mesa con la intención de tomar un café.
"Acércate a ella" me dijo una voz que había ignorado hace mucho tiempo y que hace más me había llevado al más profundo abismo, por algo comencé a desconfiar de ella, pero esta vez parecía que podía tener razón.
De pronto me encontré llamando al mesero y diciéndole que le tomara la orden y le dijera que correría por mi cuenta y quería saber si le gustaría tenerme como compañía en su mesa aunque fuera por unos instantes.
El mesero llegó, se presentó y después de un par de palabras con la misteriosa aparición, ella se levantó de la mesa y se acercó a la mía...
"¿Puedo sentarme?".
"Por supuesto". Estaba tan sorprendido por la actitud de la enigmática que me tropecé al intentar levantarme para ayudarla a sentarse. Ella rió y dijo:
"No te preocupes, no se necesita jalar la silla para que me siente y yo piense que eres un caballero, basta con que mi intuición me dijo que me acercara".
Después de controlar el hormigueo de mi cara y lograr que el sonrojo disminuyera, me presenté...
La noche transcurrió entre hormigueos y vacíos, una tensión dulce que te da la sensación de estarte lanzando al vacío en espera de algo que ablande la caída y que haga que ese viaje logre un final intensamente emocionante.
"Musa de la cafetería", derrepente te dije, "ojalá que los dioses te pongan una vez más en mi camino, pues eres un trozo de inspiración y cual sigilosa ladrona has entrado en mis ojos para robarlos y es que después de ti, aunque vea caras, difícilmente serán tan cautivadoras como la tuya que no puedo describir porque me resulta desconcertante, si te quisiera dibujar tendría que pedirle al lienzo que te tocara para que sintiera esa necesidad que siento de ti, a mi pluma le pediría que te recorriera para que supiera lo que es encontrar en tu piel una carretera a un territorio místico, en el cual los ríos anidan a peces místicos de intensos colores, aves que trinan tu nombre".
No hubo palabras, sólo tus labios en los míos.
Después de eso, tu número en una servilleta, la cuenta y la partida hacia esa tierra que en la intimidad se me antojó más hermosa.
Hace diez años de eso, tu presencia sigue conmigo, mi brazo se sigue sintiendo adormecido junto con mi temor y mi soledad. Musa de la cafetería qué feliz me has hecho.

miércoles, 17 de agosto de 2011

El punto sin retorno


Quisiera encontrar una razón para no decirte esto, saber que por lo menos hubo algo y no sentirme frustrado, las cosas que he vivido y las que pueda vivir no serán lo mismo sin ti y aunque tal vez sean mejores, tú no estás ahí.
Lo que más me extraña es el saber que amo mi soledad, que no necesito estar con alguien para sentirme acompañado, pero tú... sólo tú cambiaste eso.
Y es que no me duele lo que pase, no me duele lo que pierdo, ni siquiera me duele esta soledad, lo que me duele es el simple hecho de tu ausencia y no me refiero a que no estés sino a que sabiendo lo que somos y lo que podemos ser, seamos por separado, podrías pensar que es una cuestión semántica, pero es más bien una cuestión existencial, un dilema que no hemos podido descifrar, aun sabiendo lo que queremos, aunque tal vez tu forma de pensar o de sentir haya cambiado, yo ya no puedo más...
Tengo dos opciones pedirlo por última vez y saber que sucede, ver si el nosotros existe, si esa ilusión, ese sutil cambio en nuestros rostros al encontrarnos sea lo que espero desde hace tiempo, sea lo que he soñado mientras duermo y mientras pienso en ti, si esas palpitaciones, sonrisas y pláticas interminables que nos decían un poco más del otro y nos acercaban hasta tenernos en donde estamos, son realmente lo que espero. La otra es simplemente desaparecer...
El punto sin regreso, un himpase que se convierte en la solución de nuestro dilema en el morir de la duda y la alegría o la agonía del desengaño.
Hoy, sí, hoy... hoy quisiera saber si sientes lo mismo que yo o si debo partir para no volverte a encontrar, con el riesgo, el temor, la emoción y mis pocos atributos y argumentos, quisiera saber si tú me quieres como yo.

domingo, 14 de agosto de 2011

Inertidumbre


Pandora, abre esa maldita caja de una vez. Dije para mis adentros al encontrarte otra vez. Quité el candado y tomé el pestillo, lo levanté de a poco como si eso fuera a minimizar lo que hubiera dentro de la caja, con el tiento que se desvela a una virgen por primera vez... lento.
Cerré los ojos mientras la tapa se levantaba milimetricamente y las bisagras rechinaban ante la falta de uso, me detuve justo a la mitad, junté el coraje que tengo, abrí los ojos y la caja de un solo golpe...
Vacía... la caja estaba vacía como mi corazón de ti, como los sueños que tengo todas las noches, como las ilusiones que eran toda mi vida, vacía como Chernovil después del desastre, desolada, destrozada, pero vacía.
No queda rastro de vida y es que el amor, no es, como se piensa, un sentimiento. Es más bien un ser vivo, que nace como cualquier otro humano, con ilusión, con esperanza o simplemente por accidente. Como quiera que sea, una vez que nace, puede vivir conforme se le cuide y se le deje madurar.
Hay que darle paciencia, entrega, cariño, hay que alimentarlo todos los días, como todos, es normal que enferme, es normal que se rompa un brazo o una pierna, pero mientras no sea desmembrado y desollado por la indiferencia, se convierte en un muñeco de aire que nos llena de risas, llantos, preocupaciones o sueños.
Por supuesto, él también puede morir súbitamente o le puede dar cáncer de olvido, de envidia, de celos, de pulmón, de riñones y terminar en un síndrome para-neoplásico conocido como tristeza.
Como duele su muerte... pero así como muere jamás se olvida, aunque deje de doler y nazca uno diferente, de la memoria no se ha de borrar porque fue un poco de ti y un poco de mi, fue el nosotros convertido en algo etéreo pero tal vez más real que nosotros.
Aquellos que logran mantenerlo vivo, son aquellos que han encontrado la clave de algo tan sencillo como encender un interruptor.
Por supuesto que también existen aquellos que son asesinos seriales, los más crueles, para mi pobre visión, pues se dedican a engendrarlo y a matarlo por placer, por ver sufrir al otro y por ver morir a aquello que da tanta vida, terroristas del romance, narcotraficantes de estupefacientes que destrozan de apoco el mismo corazón del amor que es adicto a lo que encuentre.
No me preocupa quien se fue, no me preocupa quien vendrá, simplemente me preocupa saber, si cuando vuelva a nacer, seré capaz de mantenerlo vivo.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Inolvidable


Si entre las historias hay una que adoro, es esta.
En todas las vidas por oscuras que sean hay un momento de lucidez, un momento en el cual todo resulta perfecto, simple y sumamente bello, un momento en el que el mundo se detiene para que lo podamos disfrutar, un momento sencillo en el que nos atrevemos a abrir las puertas de par en par y decir simplemente "bienvenida, no sabes cuánto tiempo te esperé".
El tiempo se vuelve relativo, los sueños parecen reales, alcanzables... las cosas caminan y todo, por pequeño que parezca, nos arranca la sonrisa más grande que tenemos, nos apresamos en el otro. Queremos y nos quieren, amamos y nos aman, nos entregamos y se entregan, nos apresamos en el otro, nos fundimos.
Si en algo confías es en esa belleza infinita, esa pureza, esa inocencia, tantas cosas le pertenecen a alguien más que resulta imposible imaginarte sin ella, ella en la que pensarás para siempre, ella quien no podrá ser menos que lo más hermoso que te pudo pasar en la vida, ese unicornio que fue tuyo y de nadie más, esa permanencia duele tan rico que nos volvemos masoquistas y, con el tiempo,nos acostumbramos a su ausencia y la añoranza se convierte en recuerdo y el recuerdo se convierte en una llamita que nos deja encontrar en la memoria todo el amor que somos capaces de dar y recibir y lo felices que nos hizo.
No importa cuanto tiempo te vayas, en mi mente has de permanecer y seguramente yo en la tuya, porque el amor no se olvida, puede que se termine, pero después de haber nacido es algo mutuo que quedará tatuado a fuego en la mente tuya y mía, porque fue nuestro y nos acogió en una tibieza tan agradable que de vez en cuando regresaremos a el por el simple hecho de haber sido tan real.

Esta noche se me antoja tu recuerdo

Esta noche se me antoja verte, hablar contigo, convencerte de que sigo siendo aquel con quien contemplabas las estrellas mientras el te veía desde ellas, aquel que en tus brazos era invencible, el loco enamorado que te gritaba en medio del mundo su amor, sin que importara nada más que lo escucharas.
Esta noche se me antoja tenerte, como tantas otras veces besar tus labios, tu cuello, tu abdomen... acariciar tus piernas, tocarte.
No creas que aun te amo, simplemente la nostalgia hizo que la sensación de tu piel que tanto me gustó por tanto tiempo que hoy parece tan lejano, tan quimérico, tan irreal, incluso tu cara es un recuerdo borroso, tu voz ya no es el susurro que me inspiraba por las noches, tu perfume se fue de mi almohada pocos días después de que te fueras, pero la memoria del tacto, viene a mi en algunas ocasiones, sobre todo después de haberme acostumbrado a tu sabor, a tu piel, a tu placer con el mío.
Esta noche se me antoja tu cuerpo, esta noche se me antoja poseerte, pero como todo esto es imposible... Esta noche se me antoja tu recuerdo.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Mi última esperanza

El silencio se apoderó de nosotros y de nuevo se hizo la luz, no se si sigas sintiendo lo mismo, pero sé que yo sí.
El problema no es sentirlo, el problema no es saberlo, el problema no es decirlo, el problema es que tengo miedo, que no se si esto sea aquello que me regrese a las sombras o si esta vez sea para siempre. Alguna vez te dije no creo en el amor eterno, lo que no te dije es que prefiero creer en ti y que espero ser lo que tu quieres para que esto se vuelva lo que tanto he esperado.
Decía Discépolo, Si yo tuviera el corazón, el mismo que perdí, si olvidara la que ayer lo destrozó y pudiera amarte, me abrazaría a tu ilusión, para llorar tu amor. Tal vez no sea a "ella" a la que necesite olvidar, porque ella no ocupa mis pensamientos y mi corazón, eres tú, tú y tú de nuevo, a lo que tengo miedo es a no ser lo que esperas lo que quieres o lo que piensas que soy.
Tal vez esto sea lo más honesto que he escrito, estoy enamorado de ti y tu ausencia hace que lo olvide, pero tu repentina reaparición, me ha recordado lo que eres... mi última esperanza.