miércoles, 10 de agosto de 2011
Inolvidable
Si entre las historias hay una que adoro, es esta.
En todas las vidas por oscuras que sean hay un momento de lucidez, un momento en el cual todo resulta perfecto, simple y sumamente bello, un momento en el que el mundo se detiene para que lo podamos disfrutar, un momento sencillo en el que nos atrevemos a abrir las puertas de par en par y decir simplemente "bienvenida, no sabes cuánto tiempo te esperé".
El tiempo se vuelve relativo, los sueños parecen reales, alcanzables... las cosas caminan y todo, por pequeño que parezca, nos arranca la sonrisa más grande que tenemos, nos apresamos en el otro. Queremos y nos quieren, amamos y nos aman, nos entregamos y se entregan, nos apresamos en el otro, nos fundimos.
Si en algo confías es en esa belleza infinita, esa pureza, esa inocencia, tantas cosas le pertenecen a alguien más que resulta imposible imaginarte sin ella, ella en la que pensarás para siempre, ella quien no podrá ser menos que lo más hermoso que te pudo pasar en la vida, ese unicornio que fue tuyo y de nadie más, esa permanencia duele tan rico que nos volvemos masoquistas y, con el tiempo,nos acostumbramos a su ausencia y la añoranza se convierte en recuerdo y el recuerdo se convierte en una llamita que nos deja encontrar en la memoria todo el amor que somos capaces de dar y recibir y lo felices que nos hizo.
No importa cuanto tiempo te vayas, en mi mente has de permanecer y seguramente yo en la tuya, porque el amor no se olvida, puede que se termine, pero después de haber nacido es algo mutuo que quedará tatuado a fuego en la mente tuya y mía, porque fue nuestro y nos acogió en una tibieza tan agradable que de vez en cuando regresaremos a el por el simple hecho de haber sido tan real.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario