domingo, 14 de agosto de 2011

Inertidumbre


Pandora, abre esa maldita caja de una vez. Dije para mis adentros al encontrarte otra vez. Quité el candado y tomé el pestillo, lo levanté de a poco como si eso fuera a minimizar lo que hubiera dentro de la caja, con el tiento que se desvela a una virgen por primera vez... lento.
Cerré los ojos mientras la tapa se levantaba milimetricamente y las bisagras rechinaban ante la falta de uso, me detuve justo a la mitad, junté el coraje que tengo, abrí los ojos y la caja de un solo golpe...
Vacía... la caja estaba vacía como mi corazón de ti, como los sueños que tengo todas las noches, como las ilusiones que eran toda mi vida, vacía como Chernovil después del desastre, desolada, destrozada, pero vacía.
No queda rastro de vida y es que el amor, no es, como se piensa, un sentimiento. Es más bien un ser vivo, que nace como cualquier otro humano, con ilusión, con esperanza o simplemente por accidente. Como quiera que sea, una vez que nace, puede vivir conforme se le cuide y se le deje madurar.
Hay que darle paciencia, entrega, cariño, hay que alimentarlo todos los días, como todos, es normal que enferme, es normal que se rompa un brazo o una pierna, pero mientras no sea desmembrado y desollado por la indiferencia, se convierte en un muñeco de aire que nos llena de risas, llantos, preocupaciones o sueños.
Por supuesto, él también puede morir súbitamente o le puede dar cáncer de olvido, de envidia, de celos, de pulmón, de riñones y terminar en un síndrome para-neoplásico conocido como tristeza.
Como duele su muerte... pero así como muere jamás se olvida, aunque deje de doler y nazca uno diferente, de la memoria no se ha de borrar porque fue un poco de ti y un poco de mi, fue el nosotros convertido en algo etéreo pero tal vez más real que nosotros.
Aquellos que logran mantenerlo vivo, son aquellos que han encontrado la clave de algo tan sencillo como encender un interruptor.
Por supuesto que también existen aquellos que son asesinos seriales, los más crueles, para mi pobre visión, pues se dedican a engendrarlo y a matarlo por placer, por ver sufrir al otro y por ver morir a aquello que da tanta vida, terroristas del romance, narcotraficantes de estupefacientes que destrozan de apoco el mismo corazón del amor que es adicto a lo que encuentre.
No me preocupa quien se fue, no me preocupa quien vendrá, simplemente me preocupa saber, si cuando vuelva a nacer, seré capaz de mantenerlo vivo.

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