Un hola bastó para entender que eras lo que buscaba, después de eso, el idilio, toda la pasión unida en 2 caderas, en dos labios, en dos manos que se tocaban sin cesar.
El tiempo parecía detenerse entre besos, abrazos y la infaltable y deliciosa cama, siempre dos, presentes y ausentes en la inmensidad del otro, perdidos en la profundidad del tan buscado sentimiento que sorpresivamente se apoderó de nosotros en la casualidad de los paseos diarios.
Tantas veces juntos tantas veces jurándonos eternamente, mirándonos a los ojos, sellando cada promesa con la tibieza y la humedad del otro, cada deseo, cada ilusión construida y compartida, tantas cosas…
Pero nada es para siempre, los problemas se apoderaron de nuestro cielo despejado, los temores y las envidias fueron más grandes que los juramentos, las pérdidas más que lo que ganamos y las peleas más que los besos, aún así te seguía amando.
Yo sé que me lo advertiste, pero cómo se le habla a un corazón si él no escucha, cómo se le pide que se fije si no ve, cómo se le explica si no entiende… tus palabras fueron claras. ¿Estás segura? No soy lo que ves, soy un ser sombrío que dista de los príncipes, vivo en las tinieblas y en mi mundo no entra nadie… ten cuidado.
Pero el sabor de tus labios era el antídoto a las advertencias, tu cuerpo en el mío, era un elixir que borraba la memoria, mis sueños contigo parecían realidades que borraban lo que vivimos estos últimos meses.
Entiendo que me hayas dejado de querer, de alguna manera yo también lo hice, entiendo que te hayas marchado, de alguna manera yo estaba lejos de ti mientras me abrazabas, lo que no entiendo ni puedo perdonar es la forma en la que lo hiciste.
Parecía que todo iba bien, el día fue maravilloso, todo lo que nos gusta cerrando con lo que disfruté más durante todo este tiempo, la oscuridad y nuestros cuerpos.
Acabo de despertar y no lo creo… no estás… sólo encontré un pedazo de papel…
“Perdóname, pero no tengo corazón para decírtelo de frente, créeme que me duele dejarte, no quiero caer en cursilerías. Espero que entiendas lo que ocurre en estos momentos, se acabó la magia y no me gusta pelear, prefiero irme con la imagen de la mujer perfecta que conocí. Recuerda que te lo dije, yo no soy el hombre para siempre, soy ave de paso y tarde o temprano regresaré a la cueva… no creo en el amor pero esto es lo más cercano, te recordaré siempre”.
Pero la culpa es mía, por ser tan ilusa, por creer que los sueños construidos estaban en el piso y no en el cielo, tú te encargaste de subirlos cada vez más.
Enfrento una caída libre, no tengo paracaídas, no tengo nada que detenga el madrazo más grande de mi vida, no quiero llorar… no quiero…
Pero hoy entiendo lo que me dijiste en tu carta… si es que el amor existe es el mejor escapista capaz de partirse en dos y quedare en una sola casa, en un solo corazón… en el más estúpido, pero esto no pasará de nuevo, el día que te arranque de mí, ese día cerraré las puertas al amor.
Bastó un hola y hoy basta un adiós.
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