Ayer de nuevo te vi, como siempre te saludé, como siempre te besé, ¿La noche estaba estrellada? no lo recuerdo, pero tu, efectivamente, no estás conmigo.
¿De verdad me duele que no estés? Tampoco lo sé, es extraño pues ayer parece tan lejano y al mismo tiempo un suspiro.
Dicen que los ciclos se deben cerrar, pero ¿alguien me podría explicar cómo se cierra un ciclo en el que dos personas se dejan? tampoco recuerdo si alguien cantaba, pero sigues sin estar conmigo.
Y te amo, y ahora en lugar de idilio, sólo tengo ardientes desvaríos, que se aferran a mi corazón como los gusanos a un cadáver, pues ellos no existen sin el otro, no hay mejor alegoría, como tampoco es cierto que no puedo vivir sin ti, prueba de ello es que estoy escribiendo esto.
¿Volver? No lo creo. ¿Esperanzas? tampoco, simplemente soledad. Ayer parece tan distante como mi nacimiento, he olvidado el sabor de tus besos, la sensación de tu piel sobre la mía, de nuestros cuerpos... incluso olvidé nuestras ilusiones, los planes que teníamos juntos, ya difícilmente pienso en ti, los espíritus de los que te hablaba, no me han abandonado, sigo conviviendo con ellos, pero ya no me dictan palabras de amor, tampoco de despecho, se han distraído con lo que descubrí desde que te fuiste.
No se si como yo no te querrán, no se si las cuajadas de rocío serán iguales, mi juventud, como es lógico y obligatorio, sigue corriendo, mi lira de poeta, está intacta y tal vez mejor. Ayer parece tan distante que ya no recuerdo tu voz. Ayer te fuiste y te lloré por demasiado tiempo, te lloré desde antes que te fueras, irónicamente, te lo agradezco, ayer hace tanto tiempo, un par de suspiros de 365 días.
¿Dolor? No lo sé... pero es definitivo que estos son los últimos versos que yo te escribo.
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