Una vez más te encuentro donde te dejé la última vez, tirado... retorciéndote de dolor, llorando inconsolable, odio decirlo, pero te lo dije y es que en tu infinita capacidad de entregar sufres por tu corta resilencia, pierdes en cada paso del camino. Te advertí que tu destino tenía dos caminos: el dolor o el letargo.
Amigo mío vuelve al letargo... ahí por lo menos duermes si sentir dolor, porque con ese sufrimiento que tienes yo agonizo junto contigo, ya no llores... porque tus lágrimas son las mías, porque tus sueños son los míos, no por nada eres mi propio corazón.
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